El modelo “full cost” o de “costes completos” pretende ofrecer una información completa de los costes generados al fabricar y vender productos y servicios. Intenta vincular todos los costes a los distintos productos de la empresa.
El modelo “Direct Cost” o de Costes Parciales, asignan a los objetos de coste (los productos) una parte del coste de los factores; en concreto, les asignan los costes de carácter directo o de carácter variable, excluyendo los costes de los factores de carácter fijo que pasan a ser costes del periodo.
Históricamente, el modelo “full cost” fue el primero en desarrollarse y se podría considerar como un modelo rudimentario de costes completos que evolucionó para dar paso al modelo “full cost industrial” a medida que se adelantó en el estudio de sus deficiencias y aplicaciones.
Por ejemplo, si una empresa determina el coste de sus productos de acuerdo con el modelo “full cost” literal y, durante un periodo de tiempo determinado sólo vende el 75% de la producción (suponiendo que no tienes existencias iniciales de productos acabados ni existencias iniciales y finales de material o cualquier otro inventario). Aunque este sea un caso extremo, parece lógico pensar que los costes comerciales originados por la venta de los productos se deberían imputar únicamente a los productos vendidos y no a los que se han quedado en el almacén.
En el modelo “full cost industrial”, se intenta solventar este problema mediante la asignación a los productos únicamente los costes relacionados con la obtención de los mismos, sin incluir los costes fijos que corresponden de forma razonable al volumen de actividad actual siguiendo el principio de coste de producción de acuerdo con la acepción correspondiente de la contabilidad externa.
Los modelos “Full Cost” presentan las siguientes limitaciones y evidencias:
- De acuerdo con el principio de coste de producción, las empresas deben adoptar el “full cost de producción” y, por lo tanto, a valorar los productos acabados asignado únicamente todos los costes propios de la actividad del producto.
- Los costes de comercialización y de administración se deben considerar, según el mismo principio, costes del periodo, porque no se destinan a obtener los productos (actividad inversora), sino a desprenderse de ellos (actividad desinversora). A pesar de esto, es posible que determinadas actividades administrativas y de dirección afecten más al proceso productivo que al de ventas, en cuyo caso se considerarían coste del producto.
- Dado que la realidad es gradual y la contabilidad distingue netamente los costes directos y los costes indirectos, en el momento de establecer relaciones de causalidad entre costes y productos hay una imprecisión inherente al asignar los primeros a los segundos. La imprecisión será mayor cuanto más débil sea la relación de causalidad (cuanto más indirectos son los costes).
- El principio del coste de producción tan sólo garantiza una activación razonable de todos los costes de producto, pero no resuelve el problema de determinar correctamente el coste de cada uno de los productos en las empresas multiproducto.
Estas cuatro conclusiones apuntan a una primera deficiencia del “full cost” de producción y es que no es capaz de generar una información 100% fiable debido a que no tienen en cuenta el comportamiento de los costes (unos son variables o proporcionales al volumen y otros son fijos).
Por otra parte, en el modelo “direct cost” o modelo de costes parcial se puede interpretar al menos desde dos enfoques distintos: el denominado amplio, en el que los costes directos se asignan a los productos y los costes indirectos se relegan a costes del periodo, y el enfoque estricto en el que los costes variables se asignan a los productos y los costes fijos como costes del periodo.
A partir de la exposición tanto del modelo “full cost” como del “direct cost” se pueden establecer un par de diferencias y similitudes entre los dos modelos.
- Implicaciones fiscales: El razonamiento básico se basa en la diferencia de resultados como consecuencia de adoptar uno u otro modelo por el hecho de que en el “direct cost” los costes fijos se deducen en el mismo ejercicio en el que se registran, mientras que en el “full cost” una parte de los costes se incorpora al producto. Por ejemplo, en épocas en las que se supera una recesión si el impuesto se decanta por el “full cost” en lugar del “direct cost” los directivos de la empresa se podrían ver poco incentivados fiscalmente a producir de acuerdo con la demanda creciente, con lo cual se pondría en peligro el reenganche de la empresa al tren de la economía que vuelve a funcionar. Desde el punto de vista fiscal, el “direct cost” ofrecería un mayor interés económico lo cual choca frontalmente con el interés de Hacienda por prohibirlo sin pensar que este afán recaudador podría contribuir negativamente al resultado de empresas en vías de recuperación, al obligarlas a anticipar el pago de impuestos.
- Definiciones y ventajas: La relación de limitaciones tanto para el “full cost” como para el “direct cost” permite comparar las ventajas de un modelo con respecto al otro.
Se podrían enumerar las siguientes deficiencias del modelo de costes completos:
1) No hay ninguna base de imputación de los costes indirectos que se pueda fundamentar de forma objetiva y unívoca.
2) No es adecuado para preparar y controlar decisiones empresariales.
3) Falta una distribución de costes entre los componentes fijos y variables.
Por otro lado, se podrían señalar las limitaciones siguientes del modelo “direct cost”:
1) Se supone una variabilidad estrictamente proporcional de los costes variables.
2) Se supone que los costes fijos, reales o previstos se mantienen durante un horizonte temporal a corto plazo, en el que se aplica el modelo.
3) Se supone que el volumen de producción determina los costes y los ingresos.
4) En empresas multiproducto se supone que se mantiene una composición de las ventas determinada, lo cual permite trabajar con un margen invariable.
El modelo “Direct Cost” o de Costes Parciales, asignan a los objetos de coste (los productos) una parte del coste de los factores; en concreto, les asignan los costes de carácter directo o de carácter variable, excluyendo los costes de los factores de carácter fijo que pasan a ser costes del periodo.
Históricamente, el modelo “full cost” fue el primero en desarrollarse y se podría considerar como un modelo rudimentario de costes completos que evolucionó para dar paso al modelo “full cost industrial” a medida que se adelantó en el estudio de sus deficiencias y aplicaciones.
Por ejemplo, si una empresa determina el coste de sus productos de acuerdo con el modelo “full cost” literal y, durante un periodo de tiempo determinado sólo vende el 75% de la producción (suponiendo que no tienes existencias iniciales de productos acabados ni existencias iniciales y finales de material o cualquier otro inventario). Aunque este sea un caso extremo, parece lógico pensar que los costes comerciales originados por la venta de los productos se deberían imputar únicamente a los productos vendidos y no a los que se han quedado en el almacén.
En el modelo “full cost industrial”, se intenta solventar este problema mediante la asignación a los productos únicamente los costes relacionados con la obtención de los mismos, sin incluir los costes fijos que corresponden de forma razonable al volumen de actividad actual siguiendo el principio de coste de producción de acuerdo con la acepción correspondiente de la contabilidad externa.
Los modelos “Full Cost” presentan las siguientes limitaciones y evidencias:
- De acuerdo con el principio de coste de producción, las empresas deben adoptar el “full cost de producción” y, por lo tanto, a valorar los productos acabados asignado únicamente todos los costes propios de la actividad del producto.
- Los costes de comercialización y de administración se deben considerar, según el mismo principio, costes del periodo, porque no se destinan a obtener los productos (actividad inversora), sino a desprenderse de ellos (actividad desinversora). A pesar de esto, es posible que determinadas actividades administrativas y de dirección afecten más al proceso productivo que al de ventas, en cuyo caso se considerarían coste del producto.
- Dado que la realidad es gradual y la contabilidad distingue netamente los costes directos y los costes indirectos, en el momento de establecer relaciones de causalidad entre costes y productos hay una imprecisión inherente al asignar los primeros a los segundos. La imprecisión será mayor cuanto más débil sea la relación de causalidad (cuanto más indirectos son los costes).
- El principio del coste de producción tan sólo garantiza una activación razonable de todos los costes de producto, pero no resuelve el problema de determinar correctamente el coste de cada uno de los productos en las empresas multiproducto.
Estas cuatro conclusiones apuntan a una primera deficiencia del “full cost” de producción y es que no es capaz de generar una información 100% fiable debido a que no tienen en cuenta el comportamiento de los costes (unos son variables o proporcionales al volumen y otros son fijos).
Por otra parte, en el modelo “direct cost” o modelo de costes parcial se puede interpretar al menos desde dos enfoques distintos: el denominado amplio, en el que los costes directos se asignan a los productos y los costes indirectos se relegan a costes del periodo, y el enfoque estricto en el que los costes variables se asignan a los productos y los costes fijos como costes del periodo.
A partir de la exposición tanto del modelo “full cost” como del “direct cost” se pueden establecer un par de diferencias y similitudes entre los dos modelos.
- Implicaciones fiscales: El razonamiento básico se basa en la diferencia de resultados como consecuencia de adoptar uno u otro modelo por el hecho de que en el “direct cost” los costes fijos se deducen en el mismo ejercicio en el que se registran, mientras que en el “full cost” una parte de los costes se incorpora al producto. Por ejemplo, en épocas en las que se supera una recesión si el impuesto se decanta por el “full cost” en lugar del “direct cost” los directivos de la empresa se podrían ver poco incentivados fiscalmente a producir de acuerdo con la demanda creciente, con lo cual se pondría en peligro el reenganche de la empresa al tren de la economía que vuelve a funcionar. Desde el punto de vista fiscal, el “direct cost” ofrecería un mayor interés económico lo cual choca frontalmente con el interés de Hacienda por prohibirlo sin pensar que este afán recaudador podría contribuir negativamente al resultado de empresas en vías de recuperación, al obligarlas a anticipar el pago de impuestos.
- Definiciones y ventajas: La relación de limitaciones tanto para el “full cost” como para el “direct cost” permite comparar las ventajas de un modelo con respecto al otro.
Se podrían enumerar las siguientes deficiencias del modelo de costes completos:
1) No hay ninguna base de imputación de los costes indirectos que se pueda fundamentar de forma objetiva y unívoca.
2) No es adecuado para preparar y controlar decisiones empresariales.
3) Falta una distribución de costes entre los componentes fijos y variables.
Por otro lado, se podrían señalar las limitaciones siguientes del modelo “direct cost”:
1) Se supone una variabilidad estrictamente proporcional de los costes variables.
2) Se supone que los costes fijos, reales o previstos se mantienen durante un horizonte temporal a corto plazo, en el que se aplica el modelo.
3) Se supone que el volumen de producción determina los costes y los ingresos.
4) En empresas multiproducto se supone que se mantiene una composición de las ventas determinada, lo cual permite trabajar con un margen invariable.
Ejemplo comparativo full cost vs direct cost por Raimon Serrahima
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